17 Nov LA LUCHA POR LA AUTONOMIA
Ya hace 22 años que me dijeron la frase “a partir de ahora vas a tener que ir en silla de ruedas”.
El shock es brutal, el mundo se te viene encima y todo lo que tenías planificado o simplemente esperabas que ocurriese en tu vida se tambalea, la realidad pierde sentido de golpe.
¿Y ahora qué? ¿A quedarme metido en casa mirando por la ventana? ¿Renunciar a vivir normalmente? ¿Una mantita de cuadros sobre las piernas?
Me pregunté por qué me sentía así y lo averigüé: La falta de referentes, los humanos aprendemos de otros humanos y yo no sabía de nadie en una situación parecida de quien pudiera aprender. En toda la vorágine de los primeros meses tuve compañeros en el hospital, pero no podía aprender nada de ellos por que sabían mas o menos, tanto como yo, pude sentir que no era el único, pero eso tampoco me solucionó el vacío.
Hasta que llegué a la frase que luego repetí tantas veces “Lo malo de la discapacidad no es la discapacidad”.
Lo malo era verse dependiente para las cosas básicas y eso no es fruto de una lesión medular sino de la falta de técnica y habilidad para hacer lo que quieres hacer con lo que tienes. Pensé: hay que aprender.
Así empecé a apuntar en una libreta los pequeños trucos, el cómo se hacen las cosas. Pongo un ejemplo: al pasarte de la silla a una cama… ¿con tabla o sin tabla? ¿Paralelo u oblicuo? ¿Apoyando los pies en el reposapiés o en el suelo? ¿Sobre las palmas o los puños? ¿Levantando o arrastrando? ¿La cabeza primero o el culo primero?… no quiero aburrir, pero podría enumerar al menos 20 variables mas que pueden hacerte posible o no hacer de manera independiente y segura un movimiento absolutamente cotidiano, pues todo eso se aprende.
Y no a base de ensayo y error, igual que no aprendemos a conducir a base de estrellar muchos coches.
Empecé a hablar con fisioterapeutas sobre las maneras menos lesivas de hacer todo, analizando al detalle cada movimiento y cada gesto, y todo eso lo fui escribiendo.
Pues con esa visión y esa metodología nació Taller de Independencia, para transmitir la pasión por ser libre, para que la vida sea una sucesión de oportunidades y momentos, más que de limitaciones y barreras.
Para que en la frase del principio lo importante no sea la silla de ruedas sino el verbo “ir”.