09 Mar CINCO CAMINOS HACIA EL BIENESTAR
Los seres humanos estamos continuamente lidiando para conseguir una vida plena y nuestro bienestar ¿Pero qué bienestar queremos conseguir? ¿A qué nos referimos con dicho bienestar?
Si atendemos al significado de la palabra ‘bienestar’, según el diccionario de la Real Academia Española, la primera definición que encontramos dice que es un “conjunto de cosas necesarias para vivir bien”. En este diccionario también encontramos dos definiciones más: “vida holgada o abastecida de cuanto conduce a pasarlo bien y con tranquilidad” y “estado de la persona en el que se le hace sensible el buen funcionamiento de su actividad somática y psíquica”.
Personalmente me parecen tres definiciones demasiado generales y ambiguas que se centran, especialmente, en el hecho de conseguir cosas para obtener dicho bienestar. Por ejemplo: ¿teniendo una buena posición económica habría alcanzado dicho bienestar?, ¿teniendo una amplia red de apoyo sería suficiente? o ¿no tener ninguna patología mental o física me garantiza conseguir el bienestar?
El bienestar va mucho más allá del “conjunto de cosas”, la “tranquilidad” y “el buen funcionamiento”. De hecho, según la OMS, el bienestar es “el estado en el que una persona puede realizar sus propias habilidades y puede hacer frente a factores que puedan perturbarla”.
Sin duda, esta definición permite entender el bienestar como una actitud proactiva que nos permite utilizar y desarrollar habilidades personales para vivir en un estado hedónico. Entonces, ¿qué habilidades necesitamos tener y/o desarrollar para poder hacer frente a factores que puedan causarnos malestar?
Para encontrar la respuesta, vamos a centrarnos en un conjunto de estudios que reconocen que nuestra salud mental es central para nuestra calidad de vida, economía, educación, formación y empleo. Así mismo, entienden el bienestar como la presencia de estados psicológicos positivos que se pueden desarrollar a partir de ciertos comportamientos conocidos como “los cinco caminos hacia el bienestar”.
En primer lugar, es necesario desarrollar la aptitud de conectar con la gente de nuestro alrededor y en los diferentes ámbitos que ocupamos (familia, amigos, vecinos, trabajo…). La participación social marca una gran diferencia para la salud mental y nuestro bienestar, especialmente el hecho de pasar tiempo de calidad, forjar relaciones fuertes y establecer objetivos de vida asociados con un compromiso con personas que consideramos importantes. Numerosos estudios afirman que las personas que invierten su tiempo con gente a la que aprecia padece de menos problemas de salud.
La segunda acción que desarrollar es mantenernos activas, pasear, practicar deportes, conectar con la natura…, priorizando aquellas actividades que nos gustan y se adaptan a nuestro nivel de movilidad y a nuestra forma física. Mantener una actividad física regular se asocia directamente con el bienestar, además de prevenir el deterioro cognitivo, así como problemas de ansiedad y depresión. No importa tanto la intensidad del ejercicio sino más bien realizar actividades que nos resulten placenteras, nos hagan sentirnos bien y activas. Cada pequeño cambio que hagamos para mantenernos activas y activos es una aproximación a nuestro bienestar.
El tercer camino a seguir es prestar atención, ser consciente del mundo que nos rodea y activar nuestro “modo ser” frente al “modo hacer”. Si analizamos nuestra forma de funcionar en nuestro día a día, nos daremos cuenta de que vivimos con el “piloto automático” activado, pensando en las cosas pendientes que tenemos que hacer y en situaciones del pasado que no van a volver. Trabajar sobre un cambio de actitud de cómo nos relacionamos con nuestro entorno, siendo más consciente de este y potenciando nuestra atención plena, nos va a permitir desarrollar recursos de autorregulación que nos lleven al camino del bienestar.
La cuarta habilidad que podemos potenciar es el hecho de seguir aprendiendo, marcándonos un reto nuevo que nos gustaría conseguir teniendo en cuenta nuestros intereses. Aprender cosas nuevas potencia nuestra confianza, autoestima, optimismo, eficacia y, por lo tanto, nuestro bienestar. Además, participar en cursos o clases que nos interesen nos conecta con otra gente con gustos similares. Es importante ser conscientes de donde ponemos el foco en este nuevo aprendizaje, si es por el mero hecho de aprender algo nuevo o si hay una finalidad instrumental, ya que esto influenciará directamente en nuestra motivación.
Por último, dar y solidarizarnos con los demás resulta una acción satisfactoria. Somos seres sociales y necesitamos a la gente de nuestro alrededor. Estudios afirman que la cooperación se asocia a un mayor bienestar y a una gratificación intrínseca. Por eso, ayudar, compartir y dar a nuestra comunidad y mantener una participación activa fomenta tanto el propio bienestar, como el de la gente que nos rodea y se relaciona con las otras acciones ya mencionadas. Una forma de fomentarlo es sonreír a nuestros allegados, dar apoyo emocional, ayudar en sus quehaceres, participar en voluntariados…
Y ahora que conoces estos pasos para mejorar tu bienestar, ¿te identificas en alguno de ellos? ¿Crees que hay alguna acción que puedas fomentar? ¿Te has planteado actividades concretas en cada uno de los caminos propuestos? Si quieres fomentar y trabajar para mejorar tu bienestar, pero no sabes cómo empezar, puedes venir a conocernos y trataremos de elaborar un plan que se ajuste a ti.
Te esperamos en Taller de Independencia.
Referencias:
http://autonomiaybienvivir.blogspot.com/2018/12/cinco-caminos-para-un-bienestar.html
https://neweconomics.org/uploads/files/8984c5089d5c2285ee_t4m6bhqq5.pdf
https://neweconomics.org/uploads/files/d80eba95560c09605d_uzm6b1n6a.pdf